La historia de Tammy W.
Tammy, de 50 años, vive en Michigan y miembro de las Bandas de indios Odawa de Little Traverse Bay y vive en Michigan. Tammy, una corredora de toda la vida, siempre comía bien y se mantuvo alejada de las drogas y el alcohol.
Pero durante años, fumó cigarrillos mentolados. Se decía a sí misma que fumar era un “pasatiempo secundario” y no una adicción. Pensaba que los cigarrillos mentolados eran menos dañinos que los cigarrillos no mentolados, y que hacer ejercicio y comer bien la mantendrían segura. Sin embargo, a los 44 años, necesitó una operación a corazón abierto para mantenerse con vida.
Desde su recuperación, sigue corriendo, pero no tan lejos ni tan rápido como solía. “Echo de menos no poder correr tan lejos como quisiera”, dice.
Tammy dejó de fumar después de su operación. “La operación a corazón abierto y la posibilidad de morir me motivaron”, dice. “La vida es un regalo. Quiero quedarme aquí todo el tiempo que pueda”.
La biografía de Tammy W.
Tammy, de 50 años, vive en Michigan y es miembro de las Bandas de indios Odawa de Little Traverse Bay. Se crió con una familia extendida grande y muchos de sus miembros fumaban cigarrillos.
La familia de Tammy la llamaba cariñosamente “la sana”. Le encantaba correr. Practicaba atletismo en la escuela secundaria superior y más tarde participó en maratones. Comía alimentos saludables y se mantuvo alejada de las drogas y el alcohol. “Fumar fue lo único que hice mal”, recuerda Tammy.
A los 21 años, Tammy entró en el ejército. Durante el entrenamiento, notó que a las personas que fumaban les concedían pausas más largas para descansar. Tammy decidió que empezaría a fumar para tener el mismo tiempo extra de descanso. Fumó cigarrillos mentolados de forma intermitente durante los siguientes 23 años, y solía fumar más cuando estaba estresada.
Tammy comenzó a trabajar en la oficina de salud de su tribu cuando tenía unos 35 años. Mantenía en secreto que fumaba. Salía a correr durante la hora del almuerzo y encendía un cigarrillo cuando estaba lo suficientemente lejos de la oficina para que sus compañeros de trabajo no la descubrieran fumando. “Sabía que estaba mal”, recuerda Tammy. “Cuando uno trata de ocultar algo a la gente, es una buena señal de que está haciendo algo que sabe que no debería estar haciendo”.
Se decía a sí misma que fumar era un “pasatiempo secundario” y no una adicción. Pensaba que los cigarrillos mentolados eran menos dañinos que los cigarrillos no mentolados, y que hacer ejercicio y comer bien la mantendrían segura. Luego, cuando tenía poco más de 40 años, Tammy comenzó a sentir dolor y presión en el pecho cuando corría. Se quedaba sin aliento fácilmente y se desmayó un par de veces. Le dolía la espalda y no podía recuperar el aliento. Ella sabía que algo andaba muy mal.
Cuando Tammy consultó con un médico, se sorprendió al enterarse de que tenía enfermedad cardiaca grave. Los vasos sanguíneos de su corazón estaban casi completamente bloqueados. Al día siguiente tuvo una operación a corazón abierto. “Recuerdo ir para la operación y la cara de mi madre”, recuerda Tammy. “Ella pensó que me iba a morir”. Solo tenía 44 años.
Tammy dejó de fumar después de su operación. Le tomó 6 meses completos de recuperación antes de que pudiera volver a trabajar detrás de un escritorio. Pero ella estaba decidida a seguir adelante. “Me dolía, pero seguí moviéndome”, dice. “Simplemente tenía que hacerlo. Me recordaba que todavía estaba viva”.
Hoy en día, Tammy sigue corriendo, pero no tan lejos ni tan rápido como solía. “Echo de menos no poder correr tan lejos como quisiera”, dice. No puede levantar cosas pesadas. Va al gimnasio un par de veces a la semana si no está demasiado cansada después del trabajo.
Ella dice que, si puede salvar a una sola persona de fumar, su experiencia habrá valido la pena. “Para algunas cosas no hay vuelta atrás”, dice Tammy. “No fumes, porque perderás algo que es importante para ti”.
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