Volumen 7: No. 5, Septiembre 2010
Keith M Christensen, PhD; Judith M. Holt, PhD; Justin F. Wilson
Citación sugerida para este artículo: Christensen KM, Holt JM, Wilson JF. Efectos de la percepción de las características del vecindario y del uso de las instalaciones comunitarias en la realización de actividad física en adultos con o sin discapacidades.
[Fe de Erratas en Prev Chronic Dis 2010;8(1). http://www.cdc.gov/pcd/issues/2011/jan/10_0206.htm.] Prev Chronic Dis 2010;7(5):A105. http://www.cdc.gov/pcd/issues/2010/sep/09_0179_es.htm. Consulta [fecha].
REVISADO POR EXPERTOS
Resumen
Introducción
Mediante el uso de datos del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento (BRFSS) de Texas del 2004, investigamos si las conductas de actividad física de las personas con discapacidad se relacionan con su percepción de las características de las construcciones del entorno y si esta asociación es distinta a la que tienen las personas sin discapacidad.
Métodos
Las cuestiones de la investigación fueron: “¿Existe una relación entre las características que se perciben del vecindario y el uso reportado de las instalaciones comunitarias con la actividad física reportada en horas libres por los adultos discapacitados de 18 a 64 años de edad?”; “¿Existe una relación entre las características que se perciben del vecindario y el uso reportado de las instalaciones comunitarias con la actividad física, de moderada a vigorosa, reportada por adultos discapacitados?”; y “¿En qué medida las características que se perciben del vecindario, el uso reportado de las instalaciones comunitarias, la actividad física reportada en horas libres y la actividad física reportada de moderada a vigorosa difieren entre adultos con y sin discapacidades?” Utilizamos modelos de regresión logística para analizar las respuestas.
Resultados
Las personas con discapacidad eran menos propensas a realizar actividad física en su tiempo libre y a cumplir con las recomendaciones de actividad física que las personas sin discapacidad. La participación de las personas con discapacidad en actividades físicas en su tiempo libre tuvo correlaciones significativas con la percepción positiva de los vecindarios, de la actividad física, de los senderos para caminar, parques, parques infantiles o campos deportivos, y con el uso de las instalaciones recreativas privadas o para socios miembros. La presencia de aceras estuvo estrechamente relacionada con el hecho de que las personas con discapacidades cumplieran o no con los niveles recomendados de actividad física.
Conclusión
Pese a que las personas con discapacidad realizaron menos actividad física en horas libres y actividad física que las personas sin discapacidad, las percepciones sobre las construcciones del entorno y el uso de las instalaciones de la comunidad afectaron de manera similar a ambos grupos.
Volver al comienzo
Introducción
Si bien las personas con discapacidad representan el 15% de la población total de los EE. UU. (1), hay pocos estudios sobre el efecto del entorno construido sobre la actividad física en las personas discapacitadas (2). Sin embargo, las evidencias parecen indicar que los aspectos del entorno construido que fomentan la actividad física en la población en general pueden facilitar la actividad física en las poblaciones con discapacidades (3). Pocos estudios han evaluado el efecto del entorno construido sobre las conductas de actividad física de las personas con discapacidad. Estos estudios han analizado principalmente la accesibilidad a programas recreativos y a instalaciones para acondicionamiento físico (2,4), los apoyos ambientales que afectan la actividad física (3,5) y la movilidad de la comunidad por la influencia del entorno construido (6). Los objetivos de este estudio son investigar si en las personas con discapacidad las percepciones sobre las características del entorno construido están relacionadas con sus conductas de actividad física y si esta relación es diferente a la de las personas sin discapacidad. Nuestra hipótesis es que las barreras de accesibilidad en el entorno construido causan en las personas con discapacidad una percepción menos positiva de dicho entorno que las lleva a realizar menos actividad física que las personas no discapacitadas.
Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado fuertes asociaciones entre actividad física y salud. La actividad física reduce el riesgo de muchas de las principales causas de enfermedad o muerte en los Estados Unidos, como enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad y depresión (7). Muchos estudios han concluido que los entornos construidos bien diseñados fomentan la actividad física. Heath et al (8) identificaron 13 estudios transversales publicados entre 1993 y el 2003 que sustentan que el diseño urbano de dimensión comunitaria y las normas y prácticas en el uso del suelo aumentan la actividad física, como infraestructura para caminar y andar en bicicleta, proximidad a zonas de recreación y aspectos estéticos y de seguridad en las calles del entorno construido. Investigaciones más recientes indican que los factores siguientes afectan las actividades físicas relacionadas con la salud: el tipo urbano (9-11), el diseño del vecindario (12,13), la calidad ambiental del vecindario (14), el tipo de calle (15), la vegetación (16), la proporción de espacios verdes, la densidad residencial y la impresión general de que el vecindario favorece la actividad física (17). Dado que la actividad física se ve afectada significativamente por las construcciones del entorno, “la forma en que diseñamos el entorno construido puede tener un enorme potencial para abordar muchas de las principales preocupaciones actuales de salud pública nacional” (18).
El diseño del entorno construido afecta desproporcionadamente a las personas con discapacidad en comparación con sus pares (19,20). Las condiciones del entorno construido pueden crear barreras para las personas con discapacidad reduciendo sus oportunidades para participar en actividades físicas (2,5,21,22) y contribuyendo a las disparidades que persisten en casi todos los aspectos de la salud de las personas de este grupo poblacional (23). Además de una implementación inadecuada de las normas de la ley sobre individuos con discapacidades (Americans with Disabilities Act), características tales como la textura de los senderos, los caminos peatonales desconectados, la señalización y las cuestas influyen más en la realización de actividad física en las personas con discapacidad que en las personas sin discapacidad (5). La meta Gente Saludable 2010 reconoce esta disparidad de salud y señala que el 56% de los adultos con discapacidad no realizan actividad física en horas libres (AFHL) en comparación con el 36% de la gente sin discapacidad (24). La prevalencia de conductas sedentarias en personas con discapacidad aumenta su vulnerabilidad a enfermedades crónicas y afecciones secundarias (25). Por esta razón, Gente Saludable 2010 incluye un objetivo de desarrollo que incremente la realización de AFHL en personas con discapacidad mediante la reducción de barreras ambientales (24).
Volver al comienzo
Métodos
Marco teórico
Este estudio sigue un enfoque ecológico en la investigación de salud pública, examinando la contribución de los factores estructurales y ambientales a las disparidades de salud. Un marco de trabajo socioecológico describe la influencia del entorno construido sobre las conductas de salud a través de procesos macropolíticos y ambientales que conducen a diferencias en el acceso a los recursos de la comunidad. Los miembros desfavorecidos de la comunidad a menudo carecen de acceso a programas y entornos que fomenten la salud (26).
Estudiamos las relaciones entre las características percibidas de los vecindarios, el uso de las instalaciones comunitarias, la AFHL y las conductas de actividad física de moderada a vigorosa en personas con discapacidad en comparación con personas sin discapacidad. Los participantes del estudio eran adultos de 18 a 64 años de edad residentes en Texas que participaron en la encuesta del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento (BRFSS) de Texas del 2004 (27). La junta de revisión institucional de la Universidad de Utah aprobó el diseño del estudio.
Las 3 preguntas de la investigación fueron:
- ¿Existe una relación entre las características que se perciben del vecindario y el uso reportado de las instalaciones comunitarias con la AFHL reportada por adultos discapacitados?
- ¿Las características que se perciben del vecindario y el uso reportado de las instalaciones comunitarias están asociados a la AFHL de moderada a vigorosa reportada por adultos discapacitados?
- ¿En qué medida las características que se perciben del vecindario, el uso reportado de las instalaciones comunitarias, la AFHL reportada y la actividad física reportada de moderada a vigorosa difieren entre adultos con y sin discapacidad?
Este estudio se parece al que realizaron Velázquez et al en el 2009 (28), el cual utilizó datos del BRFSS de Texas del 2004 para investigar la relación entre la percepción de las características del vecindario, el uso de instalaciones comunitarias, la AFHL y la actividad física reportada por adultos. En ese estudio, la información fue estratificada por sexo, no por condición de discapacidad.
La encuesta del BRFSS que se administra anualmente recopila y rastrea tendencias de salud y factores de riesgo a nivel nacional mediante entrevistas telefónicas a adultos de 18 años o más. Además de las preguntas centrales del BRFSS que se administran en todo el país, la encuesta del BRFSS realizada en Texas en el 2004 incluyó dos módulos estatales adicionales: Vecindario, diseñado para recolectar las percepciones de los encuestados sobre el entorno de su vecindario y su uso de las instalaciones comunitarias recreativas y Actividad física, para recoger datos sobre la actividad física moderada y vigorosa. La muestra total de respondedores de la encuesta BRFSS de Texas del 2004 (N = 6,317) se redujo para excluir a los encuestados mayores de 65 años y a los que no proporcionaron información sobre su edad (n = 1,209). Las personas de quienes se desconocía si presentaban alguna discapacidad (n = 161) también fueron excluidas de la muestra, dando como resultado un tamaño de muestra de 4,947 adultos residentes de Texas de 18 a 64 años. La tasa de respuesta para la encuesta BRFSS de Texas del 2004 fue de 43% (29).
Mediciones
La condición de discapacidad se determinó si respondían "sí" a cualquiera de las 2 preguntas centrales del BRFSS: ¿Está usted limitado en sus actividades debido a problemas físicos, mentales o emocionales?” y “¿Tiene actualmente algún problema de salud que requiera el uso de equipo especial como bastón, silla de ruedas, una cama o teléfono especial?"
Además de la discapacidad, se incluyeron las variables demográficas de edad, nivel de estudios (menos de graduado de escuela secundaria superior, graduado de escuela secundaria superior, algunos estudios universitarios o graduado de la universidad), ingreso anual (<$ 25.000, $25.000 a <$75.000 y $75.000 o más, como en los datos agregados del BRFSS), el sexo y la raza o grupo étnico (blanco, negro, hispano y otro).
Se reportó que los encuestados participaban en AFHL si respondían afirmativamente a la siguiente pregunta central del BRFSS: “En los últimos
mes, aparte de su trabajo diario, ¿participó en alguna actividad física o hizo algún tipo de ejercicio como correr, caminar, calistenia, jugar al golf, realizar actividades de jardinería o caminar para hacer ejercicio?" Como parte del módulo estatal añadido de Actividad física, se reportó que los encuestados reunían los niveles recomendados de actividad física basados en sus autoinformes de participación en actividades vigorosas o moderadas, descritas como: “Las actividades vigorosas causan una gran elevación de las frecuencias respiratoria o cardiaca mientras que las actividades moderadas causan pequeños incrementos en dichas frecuencias” (27). A continuación, los encuestados informaron cuántos días a la semana y minutos por día dedicaron a actividades físicas vigorosas y moderadas. Se reportó que los encuestados reunían los niveles semanales recomendados de actividad física si indicaban al menos 3 días con 20 minutos de actividad vigorosa o 5 días con 30 minutos de actividad moderada (24). Luego se dividieron en dos grupos: los que reunían los niveles semanales recomendados de actividad física y los que no los cumplían.
Características del vecindario
Después de definir un vecindario como “el área que cubre
media milla o una distancia que se recorre en 10 minutos a pie desde su casa", la encuesta BRFSS de Texas del 2004 preguntó a los encuestados 6 preguntas adicionales del estado para evaluar el entorno construido de su vecindario. Los encuestados calificaron a la gente de su vecindario usando 4 opciones de respuesta que iban desde personas “muy activas físicamente” a “para nada físicamente activas”. Recibieron cuatro opciones para calificar el vecindario como un lugar para caminar, que iban desde “muy agradable” a “nada agradable”. Los encuestados describieron la iluminación de las calles del vecindario usando 5 opciones de respuesta que iban desde “muy buena” a “muy mala” y la seguridad la calificaron mediante 4 opciones que iban desde “extremadamente seguro” hasta “nada seguro”. Los encuestados luego indicaron si la mayoría de la gente del vecindario era de fiarse (si/no) y si el vecindario tenía aceras (sí/no).
Instalaciones de la comunidad
La encuesta BRFSS de Texas del 2004 definió a la comunidad como un área que cubría 5 a 10 millas de recorrido en auto desde la casa del encuestado. Los entrevistadores luego hicieron 5 preguntas a los encuestados para determinar si utilizaban las siguientes instalaciones recreativas para realizar actividad física: instalaciones privadas o solo para miembros socios; senderos para caminar; parques; parques infantiles y campos deportivos; centros comerciales; instalaciones recreativas públicas y escuelas con áreas recreativas abiertas al público. Para cada opción, los participantes respondían sí o no, o “Mi comunidad no tiene estas instalaciones” (27).
Análisis
Utilizamos estadísticas descriptivas para la muestra como un universo entero y por estatus de discapacidad. Dado el tamaño de la muestra, la distribución y la varianza, utilizamos la regresión estadística para determinar el efecto de los 6 factores de predicción de las características del vecindario y los 5 factores de predicción de las instalaciones comunitarias de las 2 variables dependientes de AFHL y los niveles de actividad física. Estratificamos los factores de predicción por estatus de discapacidad y los analizamos para la AFHL y la actividad física por separado, controlando por raza o grupo étnico, edad, educación e ingresos, factores que tienen una correlación significativa con la actividad física (28). Las diferencias estadísticas fueron consideradas significativas en α = .05. Para realizar el análisis, utilizamos un programa de software SPSS versión 17 (SPSS, Chicago, Illinois).
Volver al comienzo
Resultados
Para la muestra total del estudio que reunió el criterio de inclusión (N = 4,947), la media de edad de los participantes era de 42 años; 62% eran mujeres, 91% eran graduados de la escuela secundaria superior y 44% reportó ingresos anuales entre $25,000 y $75,000 (Tabla 1). La muestra total tenía una diversidad racial y étnica; 58% eran blancos 30% eran hispanos.
Diecisiete por ciento de los encuestados declararon tener discapacidad (n = 849). De ellos, el 60% informó que realizaba AFHL fuera del trabajo (en comparación con el 78% de las personas sin discapacidad) y el 43% cumplía con los niveles recomendados de actividad física (en comparación con el 54% de los encuestados sin discapacidad). En general, las personas con discapacidad tenían una percepción menos favorable de sus vecindarios y reportaron un menor uso de las instalaciones comunitarias para la actividad física. Para todas las preguntas acerca de las instalaciones de la comunidad, las personas con discapacidad reportaron con más frecuencia que dichas instalaciones no existían en su comunidad (Tabla 1).
Las personas con y sin discapacidad que declararon utilizar instalaciones recreativas privadas (razón de probabilidad [OR], 2.04 y 3.07, respectivamente) y senderos, parques, parques infantiles o campos deportivos (OR, 2.12 y 2.36, respectivamente) presentaron una probabilidad significativamente mayor de reportar AFHL que aquellas que no reportaron este uso (Tabla 2). Las personas con discapacidad que describieron la iluminación de las calles para caminar por la noche en su vecindario como "muy buena" o "buena" eran menos propensas a participar en AFHL que las que describieron el alumbrado público como "muy malo" (OR, 0.34 y 0.50, respectivamente). Sin embargo, las percepciones de las personas sin discapacidad acerca de la condición de la iluminación en la calle durante la noche no demostraron relación alguna con su AFHL. En cambio, la AFHL de las personas sin discapacidad estaba fuertemente asociada a su percepción de la seguridad del vecindario cuando los participantes clasificaron sus vecindarios como "muy seguro" (OR, 2.82), "bastante seguro" (OR, 3.05), o "un poco seguro" (OR , 1.70) en comparación con "nada seguro" (Tabla 2).
Para las personas con discapacidad, la presencia reportada de aceras en el vecindario, en comparación con su ausencia, se asoció al cumplimiento de los niveles recomendados de actividad física (OR, 1.59) (Tabla 3). Las personas con discapacidades que informaron que sus barrios eran lugares "no muy agradables" para caminar (OR, 4.04) tenían una probabilidad mayor de cumplir con las recomendaciones de actividad física que las personas con discapacidad que respondieron que sus barrios no eran "nada agradables". Además, las personas con discapacidad que informaron que sus barrios eran “poco seguros” con respecto a la delincuencia, en comparación con "nada seguros", eran menos propensas a cumplir con las recomendaciones de actividad física (OR, 0.36). Para las personas sin discapacidad, el uso de instalaciones recreativas privadas (OR, 1.47) y de senderos, parques, parques infantiles o campos deportivos (OR, 1.20) para la actividad física se asoció significativamente al cumplimiento de los niveles recomendados de actividad física.
Volver al comienzo
Discusión
El uso de senderos para caminar, parques, parques infantiles o campos deportivos se asoció significativamente a la AFHL de las personas con discapacidad. Este estudio apoya investigaciones anteriores que presentan una asociación entre el acceso a senderos, parques y parques infantiles y la AFHL (2,3). Aun más, una proporción mucho mayor de personas con discapacidad informó que su comunidad no tiene estas instalaciones o que no las usan, en comparación con las personas sin discapacidad. Esto es probablemente consecuencia de la inaccesibilidad de las instalaciones para personas con discapacidad, con lo que no hay una satisfacción a su demanda de acceso a senderos, parques, parques infantiles y campos deportivos.
De las personas con discapacidad que reportaron realizar AFHL, la iluminación de las calles para caminar de noche fue una de las características del vecindario significativamente relacionadas a la AFHL reportada, aunque los datos indican una asociación negativa. En este grupo demográfico no se encontró asociación entre la iluminación nocturna y el cumplimiento de las recomendaciones de actividad física. Por otra parte, debido a que la pregunta acerca de la iluminación adecuada se refería específicamente a caminar, los resultados podrían haber sido diferentes si se evaluaran otras actividades físicas. Pese a que este resultado está supeditado a factores de confusión, como la definición de AFHL (p. ej., acceso a un vehículo, preferencias para realizar ejercicio de día o de noche, condición de las aceras), indica que la iluminación es un componente importante de la accesibilidad del lugar. Las personas con discapacidad que utilizan las áreas iluminadas por la noche no las están usando como lugares para realizar actividad física sino más bien como rutas de tránsito nocturno.
La presencia de aceras en los vecindarios se asocia al cumplimiento de los niveles recomendados de actividad física para las personas con discapacidad. Estos hallazgos coinciden con los otros aspectos ya analizados sobre la accesibilidad. La presencia y la comunicabilidad de las aceras en un vecindario no solo ofrecen lugares para hacer ejercicio sino que también pueden ser el medio principal de acceso a otras instalaciones que favorezcan la actividad física (17). Aunque los parques, las avenidas, los pasos peatonales anchos y los gimnasios son accesibles para las personas con discapacidad, cuando no hay aceras o estas están mal comunicadas, las personas con discapacidad se ven afectadas en forma desproporcionada (13,17).
Para las personas sin discapacidad, la AFHL está fuertemente asociada a la percepción de la seguridad del vecindario, pero no se observó la misma asociación en las personas con discapacidad. Sin embargo, las personas con discapacidad eran más propensas a decir que su vecindario no era seguro, en comparación con las no discapacitadas. La exposición crónica a vecindarios con entornos inaccesibles y peligrosos puede haber condicionado a las personas con discapacidad a estar menos influenciadas por tales condiciones.
Las personas con discapacidad eran menos propensas a realizar AFHL y a cumplir con las recomendaciones de actividad física que las personas sin discapacidad (Tabla 1). Estos hallazgos coinciden con los de otros estudios que reportan prevalencia del sedentarismo en poblaciones con discapacidades (8), pero los niveles reales de AFHL y de actividad física pueden diferir de los descritos aquí debido a factores de confusión como las actividades autorreportadas, las inexactitudes en la forma de recordar los hechos y el uso de preguntas sobre actividad física que puede ser inadecuado para la medición de este grupo demográfico (2,8). Las personas con discapacidad también eran menos propensas a utilizar las instalaciones comunitarias para realizar actividad física que se mencionaban en la encuesta, salvo los centros comerciales, que suelen ser entornos más accesibles. En todos los casos, las personas con discapacidad tenían más probabilidad de informar que en su comunidad no existían las instalaciones analizadas. Este hallazgo puede indicar que las personas con discapacidad viven en áreas más descuidadas, pero lo más probable es que significa una carencia de acceso y de instalaciones funcionales disponibles (4).
Como lo han reconocido los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el uso de información del BRFSS en estas circunstancias conlleva algunas limitaciones. Toda la información utilizada en este estudio fue recogida de encuestas con una tasa de respuesta inferior al 50%. Además, la subjetividad de términos como “agradable” y “seguro” es vulnerable a la interpretación del respondedor. Sin embargo, las preguntas de la encuesta fueron diseñadas para evaluar las percepciones de los encuestados sobre su vecindario. Los estudios que examinen la validez de estas percepciones en relación con las características ambientales reales podrían mejorar los resultados de este estudio. De la misma manera y como se ha indicado en otras fuentes (2,8), los hallazgos podrían diferir en gran medida si se utilizaran preguntas distintas que representaran de manera más adecuada a las personas con discapacidad física y que analizarán más específicamente sus actividades físicas habituales. Por ejemplo, la Encuesta sobre Actividad Física y Discapacidad elaborada por Rimmer, Riley y Rubin (30), da más flexibilidad a las personas con discapacidades para que describan su participación en actividades físicas al reconocer que las actividades que suelen preguntarse en las encuestas (p. ej., caminar, andar en bicicleta, utilizar instalaciones recreativas privadas) puede que no representen con precisión las actividades de este grupo de la población. Este estudio encontró diferencias significativas entre la AFHL y la actividad física de personas con o sin discapacidad. Los resultados también indican que el entorno construido tiene efectos similares en personas con y sin discapacidad.
Volver al comienzo
Datos sobre el autor
Autor responsable de la correspondencia: Keith M Christensen, PhD, Department of Landscape Architecture and Environmental Planning, 4005 Old Main Hill, Logan, UT 84322. Telephone: 435-797-0507. E-mail: keith.christensen@usu.edu.
Afiliaciones de los autores: Judith M. Holt, Justin F. Wilson, Universidad Estatal de Utah, Logan, Utah.
Volver al comienzo
Referencias bibliográficas
- US Census Bureau. 2005-2007 American Community Survey. http://factfinder.census.gov/servlet/ACCSSAFFFacts. Accessed June 12, 2006.
- Rimmer JH, Riley B, Wang E, Rauworth A, Jurkowski J. Physical activity participation among persons with disabilities: barriers and facilitators. Am J Prev Med 2004;26(5):419-25.
- Spivok M, Gauvin L, Riva M, Brodeur J. Promoting active living among people with physical disabilities: evidence for neighborhood-level buoys. Am J Prev Med 2008;34(4):291-8.
- Rimmer JH. The conspicuous absence of people with disabilities in public fitness and recreation facilities: lack of interest or lack of access? Am J Health Promot 2005;19(5):327-9, ii.
- Spivok N, Gauvin L, Brodeur J. Neighborhood-level active living buoys for people with physical disabilities. Am J Prev Med 2007;32(3):224-30.
- Shumway-Cook A, Patla AE, Stewart A, Ferrucci L, Ciol MA, Guralnik JM. Environmental demands associated with community mobility in older adults with and without mobility disabilities. Phys Ther 2002;82(7):670-81.
- Kahn EB, Ramsey LT, Brownson RC, Heath GW, Howze EH, Powell KE, et al. The effectiveness of interventions to increase physical activity: a systematic review. Am J Prev Med 2002;22(4Suppl):73-107.
- Heath GW, Brownson RC, Kruger J, Miles R, Powell KE, Ramsey LT, et al; and the Task Force on Community Preventive Services. The effectiveness of urban design and land use and transport policies and practices to increase physical activity: a systematic review. J Phys Act Health 2006;3(Suppl 1):S55-76.
- Ewing R, Schmid T, Killingsworth R, Zlot A, Raudenbush S. Relationship between urban sprawl and physical activity, obesity, and morbidity. Am J Health Promot 2003;18(1):47-57.
- Frank L, Kerr J, Chapman J, Sallis J. Urban form relationships with walk trip frequency and distance among youth. Am J Health Promot 2007;21(4 Suppl):305-11.
- Rundle A, Roux AV, Free LM, Miller D, Neckerman KM, Weiss CC. The urban built environment and obesity in New York City: a multilevel analysis. Am J Health Promot 2007;21(4 Suppl):326-34.
- De Bourdeaudhuij I, Sallis JF, Saelens BE. Environmental correlates of physical activity in a sample of Belgian adults. Am J Health Promot 2003;18(1):83-92.
- Huston SL, Evenson KR, Bors P, Gizlice Z. Neighborhood environment, access to places for activity, and leisure-time physical activity in a diverse North Carolina population. Am J Health Promot 2003;18(1):58-69.
- King WC, Brach JS, Belle S, Killingsworth R, Fenton M, Kriska AM. The relationship between convenience of destinations and walking levels in older women. Am J Health Promot 2003;18(1):74-82.
- Giles-Corti B, Macintyre S, Clarkson JP, Pikora T, Donovan RJ. Environmental and lifestyle factors associated with overweight and obesity in Perth, Australia. Am J Health Promot 2003;18(1):93-102.
- Tilt JH, Unfried TM, Roca B. Using objective and subjective measures of neighborhood greenness and accessible destinations for understanding walking trips and BMI in Seattle, Washington. Am J Health Promot 2007;21(4 Suppl):371-9.
- de Vries SI, Bakker I, van Mechelen W, Hopman-Rock M. Determinants of activity-friendly neighborhoods for children: results from the SPACE study. Am J Health Promot 2007;21(4 Suppl):312-6.
- Jackson RJ. The impact of the built environment on health: an emerging field. Am J Public Health 2003;93(9):1382-4.
- Hahn H. Introduction: disability policy and the problem of discrimination. Am Behav Sci 1985;28(3):293-318.
- Curtis S, Rees Jones I. Is there a place for geography in the analysis of health inequality? Sociol Health Illn 1998;20(5):645-72.
- Kremmers SP, de Bruijn GJ, Visscher TL, van Mechelen W, de Vries NK, Brug J. Environmental influences on energy balance-related behaviors: a dual-process review. Int J Behav Nutr Phys Act 2006;3:9.
- Dannenburg AL, Jackson RJ, Frumkin H, Schieber RA, Pratt M, Kochtitzky C, et al. The impact of community design and land-use choices on public health: a scientific research agenda. Am J Public Health 2003;93(9):1500-8.
- 2007 National healthcare disparities report. Rockville (MD): Agency for Healthcare Research and Quality, US Department of Health and Human Services; 2008. AHRQ Pub. No. 08-0041. http://www.ahrq.gov/qual/nhdr07/nhdr07.pdf. Accessed May 14, 2010.
- Objectives for improving health: disability and secondary conditions. In: Healthy People 2010. 2nd edition. Washington (DC): US Department of Health and Human Services; 2000.
- Rimmer JH. Health promotion for people with disabilities: the emerging paradigm shift from disability prevention to prevention of secondary conditions. Phys Ther 1999;79(5):495-502.
- Gee GC, Payne-Sturges DC.
Environmental health disparities: a framework integrating psychosocial and
environmental concepts. Environ Health Perspect 2004;112(17):1645-53.
- Behavioral Risk Factor Surveillance System. Technical information and data: 2004 summary data quality report. Centers for Disease Control and Prevention, US Department of Health and Human Services. http://www.cdc.gov/brfss/technical_infodata/2004QualityReport.htm. Revised April 14, 2008. Accessed November 10, 2009.
- Velasquez KS, Holahan CK, You X. Relationship of perceived environmental characteristics to leisure-time physical activity and meeting recommendations for physical activity in Texas. Prev Chronic Dis 2009;6(1). http://www.cdc.gov/pcd/issues/2009/jan/08_0018.htm. Accessed June 5, 2009.
- 2004 Behavioral Risk Factor Surveillance System Texas state questionnaire. Centers for Disease Control and Prevention, US Department of Health and Human Services. http://www.dshs.state.tx.us/chs/brfss/attachments/survey04.pdf. Revised January 5, 2004. Accessed August 10, 2009.
- Rimmer JH, Riley BB, Rubin SS. A new measure for assessing the physical activity behaviors of persons with disabilities and chronic health conditions: the Physical Activity and Disability Survey.Am J Health Promot 2001;16(1):34-42.
Volver al comienzo