Historias personales sobre la tuberculosis
La historia de Nicole
A Nicole le diagnosticaron la tuberculosis poco después de que se mudó a otro estado. Estaba lejos de su familia y sus amigos, y las enfermeras del departamento de salud le dieron el apoyo que necesitaba.
No fue mucho después de que Nicole se mudara a otro estado que comenzó a sentirse mal. La mudanza era un cambio que había estado esperando con entusiasmo por mucho tiempo. Era un nuevo comienzo en el hermoso estado de Carolina del Norte. Pero enfermarse no era parte de su plan. Al principio comenzó con fiebre, tos y sudores nocturnos. Después de varias semanas todavía no se sentía mejor.
Su médica pensó que podía tratarse de una neumonía grave y la mandó a que se hiciera una radiografía de tórax. Los resultados de la radiografía hicieron que la doctora sospechara que podría tratarse de tuberculosis, así que mandó a analizar en el laboratorio una muestra de líquido del pulmón. Pocos días después le diagnosticaron la tuberculosis.
Al recordar cómo se sintió cuando le dieron el diagnóstico Nicole dice: “Realmente no sabía mucho sobre la tuberculosis y en ese momento no tenía idea de que cualquier persona podía contraerla, absolutamente cualquier persona la puede contraer. Estaba algo desconcertada… sencillamente no sabía mucho sobre la tuberculosis y quería tratar de averiguar más preguntándoles a los médicos cuánto iba a durar mi recuperación y si me iba a mejorar, y cosas por el estilo, ¿sabes?”.
Después de estar casi dos semanas en el hospital, Nicole regresó a su casa. Las enfermeras del departamento de salud fueron a su casa todos los días para administrarle los medicamentos. Comenzaron a preocuparse cuando Nicole no respondía a los medicamentos como se esperaba. Siguió teniendo sudores nocturnos y la tos empeoró. Al estar sin poder dormir, sintiéndose muy enferma y en un lugar nuevo sin familia ni amigos, comenzó a sentirse muy sola y asustada.
“Esa fue una parte muy difícil de toda mi experiencia. En un momento en que uno más necesita a sus seres queridos, no tenía permitido ver a mi hijo —tengo un hijo—, no tenía permitido ver a nadie, ni que me visitara ninguno de mis primos o parientes hasta que declararan que ya no era contagiosa, y en mi caso, fueron 6 meses”, dice Nicole.
Su equipo médico determinó que necesitaba una dosis más alta de uno de los medicamentos para la tuberculosis. Nicole comenzó a responder a la nueva dosis y a sentirse mejor. Las enfermeras del departamento de salud pública siguieron con las visitas a domicilio para entregarle los medicamentos y chequear cómo estaba. Nicole había bajado mucho de peso durante los meses anteriores. Una de las enfermeras se había hecho la costumbre de traerle compota de manzana o helado para que tomara con los medicamentos. “Y un día me trajo, porque me estaba poniendo muy flaca, me trajo 2 pintas del helado de una heladería muy especial de Asheville, y fue muy amable de su parte”, recuerda Nicole.
Después de siete meses de tratamiento, Nicole comenzó a sentirse mejor y a recuperar sus fuerzas. Hizo ejercicios diarios para ir fortaleciéndose de a poco. Pudo volver a salir al mundo, ir al supermercado y explorar su nueva comunidad por primera vez. Para Nicole, volver a hacer lo que le gustaba, como pintar, fue muy terapéutico.
Y luego, un día decidió: “Voy a ir a este lugar, Roan Mountain. Y entonces fui sola con mi perro. Había hielo y nieve, había recuperado mis fuerzas y fui lentamente por el sendero. Es parte del Apalachian Trail, subí muy lentamente por el sendero e hice este video de mí misma en el que digo que estoy muy agradecida de haber mejorado… porque me sentía muy conmovida de que podía hacer todo eso. Y luego volví a casa y comencé mi pintura, que reflejaba el paisaje de allí y me hizo mucho bien”.
Nicole ahora considera que su experiencia con la tuberculosis fue como un regalo que vino mezclado con otras cosas. Aunque fue una época difícil, ahora está conectada con una comunidad de sobrevivientes, trabajadores de salud y portavoces. Su consejo para las personas con tuberculosis es que sean fuertes, crean que pueden mejorar y que se acerquen a las organizaciones y a los sobrevivientes de tuberculosis para pedir ayuda.
Sigue pintando las montañas y los paisajes de donde vive y estos siguen siendo una inspiración.